Ha quedado por lo que tiene de filósofo de la vida, y no, como se creía en su tiempo, por lo que pudiera tener de filósofo de la filosofía. Su vuelta a la España franquista, su muerte en los cincuenta, dejó inédito un libro que proyectaba sobre diálogos con las estatuas de París. El ABC le hizo un gran número mortuorio, que la censura tachó entero. Pero el periódico salió a la calle y se agotaron varias ediciones. Era la última batalla que ganaba Ortega después de muerto. Recuerdo cómo iba yo leyendo aquel periódico por la calle, bajo la lluvia, como una provocación adolescente. Como un homenaje.

                        Francisco UMBRAL, (sobre ORTEGA Y GASSET)