Mis prosas

MENDIGOS

Ya tarde regresaba a mi casa algo borracho. Como siempre, me fijé en el mendigo de mi soportal. Esta vez, sin embargo, hubo un detalle que me estremeció. Temblaba más de la cuenta. Dudé. (Lo cual es mezquino). Y estuve a punto de ignorarlo y subirme a mi casa, sin complicarme. Al final, me acerqué a él. Efectivamente, algo le pasaba y parecía grave. Intenté despertarle; estaba pálido. Tenía que llamar a los servicios de emergencia y lo hice. Vinieron, lo salvaron y me dieron la enhorabuena por mi valentía. Días más tarde, yo regresaba a mi casa con algunas copas de más. El soportal volvía a estar ocupado por mi mendigo. Pero esta vez no temblaba y dormía. Lo había salvado y había vuelto a su rutina, a su feroz rutina. Me siento, a pesar de mis problemas, por comparación con mi mendigo, muy dichoso de no estar en su situación. Sin embargo, de tanto verle, cada vez que regreso a mi casa con unas copas de más, he pensado lo siguiente: ¿acaso no somos todos mendigos, ricos y pobres, sanos y enfermos, amados y no amados? Recuerdo cuando estuve tan gravemente enfermo y los cuidados del doctor Arrieta me sacaron adelante. Ahora estoy sano, vivo y hay momentos amables, pero, no nos engañemos, tarde o temprano, volveré a estar enfermo y será para partir. A uno lo pueden salvar momentáneamente para volver a la vida, al trabajo, al soportal. Pero un día esa rutina cesará porque somos todos mendigos. Porque la muerte todo lo acaba y casi da igual vivir en un palacio que en un soportal. Al final, todo se queda aquí. Por cierto, tengo que beber menos.


MI TESTAMENTO*


Amigo Sancho, no te rindas nunca, casi siempre hay una salida, dijo el Quijote, en su lecho, recobrado ya el juicio, y dispuesto a morir cristianamente.

     Pero Sancho no lo escuchaba, porque lloraba amargamente.

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*Con este microcuento, el autor, manifiesta su deseo de, cuando muera, hacerlo cristianamente, como lo hizo el Quijote.


SALA DE LO INJUSTO


-Protesto, Señoría.
-No ha lugar, y salga de la sala.
-Pero, ¿por qué Señoría?
-Por protestar.


MICROENSAYO

Miedo y libertad son antónimos.


MICROENSAYO

La crítica destruye corazones.



EDUARDO BRAVO